PEMEX: LOS RETOS CON O SIN NUEVOS YACIMIENTOS

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POR JOSÉ MANUEL GÓMEZ 



Con el flamante hallazgo del yacimiento de Quesqui en Tabasco y los avances en materia de política energética, pareciera que la 4T por fin va encaminada hacia la independencia energética que tanto prometió el presidente López Obrador en sus discursos electorales, sin embargo, el gobierno federal y PEMEX en particular todavía deberá afrontar ciertos retos, nada sencillos para materializar el idílico sueño “lopezobradorista” de rescatar una vez más la industria petrolera. 

El primer desafío se hará realidad apenas empezando el 2020, con la entrada en vigor de la nueva regla de la Organización Maritima Internacional (OMI), que prohibirá a las embarcaciones usar combustóleo con alto contenido de azufre mayor a 0.5%, esta sustancia es una fracción del petróleo que se obtiene como residuo en el proceso de destilación fraccionada y es el combustible más pesado de los que se pueden destilar a presión atmosférica. 

La nueva regulación de la OMI afectara directamente la producción de este combustóleo en las refinerías de Pemex, porque nuestro crudo supera ampliamente los parámetros impuestos: el crudo maya tiene entre 3.4 y 3.8% de azufre lo que en el argot petrolero se conoce como crudo amargo. 

El problema se complica cuando nos damos cuenta que Petróleos Mexicanos procesa cada vez más este producto contaminante, difícil de vender en el mercado y que pone en el filo de la navaja la operación misma de sus refinerías, pues es un hecho que su generación se ha acelerado en los últimos años: según cifras de Pemex, en 2013 el 21%, de cada barril de crudo refinado se convertía en combustóleo, mientras que en 2018 superaba el 29% y durante las primeras semanas de este año se ubicó por arriba del 37%. 

Con la producción en aumento de un combustible que cada vez menos personas desean, llega al escenario el reto del almacenamiento y es que, en 17 años, la capacidad de almacenamiento de petrolíferos creció 0.4%, mientras que la demanda de combustibles aumentó 42.3%. La saturación de producto en las Terminales de Almacenamiento y Reparto afectan la seguridad energética nacional. 

De acuerdo al gobierno federal, actualmente, existen 73 Terminales de Almacenamiento y Reparto (TAR) distribuidas en diversas regiones del país, cuestión que determina el tipo de suministro que las alimenta, dada la cercanía a las refinerías y la geografía regional que hay en México. En total, la capacidad operativa de estas instalaciones suman 11 millones 971 mil 619 barriles. 

De 2000 a 2017 se construyó únicamente una TAR (Tapachula II) equivalente a 0.4% del total de la capacidad de almacenamiento del país. Por otra parte, en el mismo periodo, la demanda de combustibles (gasolinas3 y diésel4) creció 42.3%, a una tasa media anual de 2.0%. 

Es justo decirlo, que esta cuestión de almacenamiento es prioritaria, mayor aun que la de tener que construir Dos Bocas, donde el gobierno federal espera generar una rentabilidad del 13% sobre los poco más de 8,100 millones de dólares (mdd) que espera destinar a la construcción de la refinería de Dos Bocas, pero las ganancias serían insuficientes para equipararse a otras actividades que realiza la petrolera. 

Los indicadores de PEMEX muestran que la petrolera gana menos al poner dinero en producir gasolinas y otros petrolíferos, que si los destina a la producción de petróleo. Esta relación llega incluso a situaciones en que Pemex pierde dólares por cada barril que entra a su sistema y el punto primordial es que antes de lograr una supuesta independencia energética o consolidarse nuevamente como un país productor de oro negro hay que circunstancias apremiantes que van mas allá del hallazgo de un nuevo yacimiento requerirán atenciones extraordinarias. 


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