Sigue débil la inversión extranjera en América Latina

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La región recibió 142,794 millones de dólares en inversión extranjera directa en 2021, 40.7% más que en 2020 pero aún por debajo de los niveles previos a la pandemia covid-19, indicó un informe de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal) publicado este martes 29.

En todo el mundo, los montos de la IED aumentaron 64% en 2021, alcanzando aproximadamente 1.6 billones de dólares, pero América Latina y el Caribe perdió participación como destino de las inversiones mundiales, con apenas nueve por ciento del total.

Es uno de los porcentajes más bajos de los últimos 10 años y lejano del 14% que se registró en 2013 y 2014, destacó el informe “La inversión extranjera directa en América Latina y el Caribe 2022” que entregó la Cepal.

La reactivación de las inversiones en 2021 se produjo en todas las subregiones. Los países que recibieron más montos de IED fueron Brasil (33% del total), México (23%), Chile (11%), Colombia (7.0%), Perú y Argentina (cinco por ciento cada uno.

En América Central, Costa Rica se posicionó como el principal receptor de la subregión por segundo año consecutivo, y en Guatemala una gran adquisición en el sector de las telecomunicaciones explicó el considerable aumento registrado.

Panamá, por su parte, logró recuperarse después del fuerte golpe que recibieron las inversiones en 2020.

En el Caribe, Guyana fue el país que presentó el mayor crecimiento en monto, como emergente exportador petrolero, superando a República Dominicana, que en años anteriores había liderado la recepción de inversiones en esta subregión.

La Unión Europea y Estados Unidos fueron los principales inversionistas en 2021, representando 36% y 34% del total, respectivamente.

Los sectores de servicios y recursos naturales, con aumentos de 39% y 62%, respectivamente, fueron los más dinámicos. En manufacturas, la caída de las entradas de IED en 2021 (-14%) se explicó por la diminución de inversiones en Brasil.

Las telecomunicaciones y las energías renovables se mantuvieron como los sectores que despiertan el mayor interés de los inversores extranjeros para la realización de nuevos proyectos.

Sin embargo, los anuncios de nuevos proyectos de inversión no repuntaron en 2021 y están en su punto más bajo desde 2007 (51,500 millones de dólares).

Eso coincide con el mayor interés de los inversionistas por nuevos proyectos en las economías desarrolladas, principalmente en la Unión Europea y Estados Unidos.

El número de fusiones y adquisiciones en la región en 2021 aumentó (33%), pero aún está en uno de los niveles más bajos de la década. Las 20 mayores operaciones totalizaron 18,000 millones de dólares y ocurrieron en Brasil, Chile, Colombia, Guatemala y México.

Los flujos de las empresas transnacionales latinoamericanas (translatinas) también se recuperaron de la fuerte caída del año anterior (302%). Mientras Brasil, Chile y Colombia mostraron un incremento en los flujos de inversión directa en el exterior, México registró un retroceso.

“En una región con bajos niveles generales de inversión, la inversión extranjera directa es fundamental para el diseño de una política productiva”, destacó el secretario ejecutivo de la Cepal, José Manuel Salazar-Xirinachs.

En un capítulo dedicado a la IED en la industria farmacéutica, el análisis de la Cepal la reconoce como “herramienta estratégica” para el desarrollo de capacidades en ese sector, y registró que las empresas transnacionales son las que realizan las mayores inversiones en investigación y desarrollo, transferencia de tecnología y patentes.

De acuerdo con el documento, América Latina y el Caribe, con 660 millones de habitantes, se proyecta como el mercado con el mayor crecimiento de ventas de productos farmacéuticos del mundo entre 2021 y 2026.

En la región la industria farmacéutica es pequeña (0.4% del producto bruto regional y 0.2% del empleo), pero tiene una alta productividad, emplea trabajadoras y trabajadores calificados, y los salarios son más altos que en el resto de la industria manufacturera.

En otro capítulo, “La emergente industria de vehículos eléctricos: oportunidades para América Latina”, se resalta que el cambio climático y el proceso de transformación del sector automotor abren una ventana de oportunidad para promover inversiones y desarrollar capacidades productivas.

Los fabricantes de vehículos y las empresas energéticas, mediante modelos de negocio más proactivos, pueden convertirse en agentes para la difusión, el desarrollo y la expansión de tecnologías, se indicó.

En el segmento de autobuses eléctricos para el transporte público se encuentran las oportunidades más interesantes y donde es necesario definir una clara política productiva para todo el sector, concluye el reporte.

“Es necesario articular las políticas de desarrollo productivo con la atracción de inversiones de alta productividad, en actividades que apoyen procesos virtuosos de desarrollo en términos de inclusividad, calidad del empleo, sostenibilidad ambiental, innovación y complejidad tecnológica”, señaló finalmente Salazar-Xirinachs.

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